La gran paradoja de la Revolución Rusa y de todas aquellas que han buscado la transformación absoluta del hombre y la sociedad es que los redentores terminaron siempre transformados en verdugos, pero no porque traicionasen su sueño redentor sino porque la grandeza de sus metas utópicas les impulsó a un accionar político donde todos los medios estaban justificados.